Una troupe de artistas, recuperados de un pasado fiestero, irrumpen en la cotidianeidad para hacer lo único que realmente saben hacer: celebrar.
Sin razón alguna de festejo, ya que han decidido no cumplir más años, no tardan en descubrir –y hasta inventar si es necesario– un motivo de celebración para irse a dormir cada noche con la conciencia tranquila.
Buscadores incansables del sentido de la vida, encuentran en cada celebración la confirmación rotunda de que la vida es… es… es… ¡vida y hay que celebrarla!